El canario rojo.
![]() |
https://bit.ly/2CSMGdl |
Un día como cualquier otro, un canario de color rojo se
encontraba revoloteando entre árbol y árbol, el pequeño animal presumía de un
plumaje hermoso, brillante, y abundante. Las personas que le veían pasar se
quedaban maravillados por tal apariencia, de hecho, algunos anhelaban poseer a
tal pajarito, y no tardó mucho en aparecer aquel hombre que le quitaría la
libertad de la que tanto gustaba nuestro pequeño amigo emplumado.
Noah, ese era su nombre, de aproximadamente 28 años, alto,
delgado, de piel bronceada, con nariz aguileña, labios delgados, y con un par
de cejas que parecían azotares. Recientemente se volvió viudo gracias a un
accidente de auto, fruto de su matrimonio, contaba con una hija cuyo nombre
correspondía a Vania, dentro de poco cumpliría 7 años. En realidad, Noah era un
hombre de buen corazón, nadie te negaría eso, hasta muchos podrían aportar anécdotas
para colaborar esto. No era malo, pero quizás… estaba ciego, no pensó bien lo
que estaba haciendo.
Cuando observó al canario rojo, se le ocurrió la magnífica
idea de capturarlo para entregárselo como regalo de cumpleaños a su niña “¡Una
mascota! ¡Claro! Eso es lo que necesita mi pequeña para animarse… ¿Y qué es
mejor que un pájaro tan hermoso?” Pensó. ¿animarla por qué? Bueno, como ya
mencioné, la madre de la niña había muerto en un accidente de tráfico muy
reciente, lo cual tenía perdidamente desconsolada a Vania, cada que se que
acordaba de ella, sus lágrimas resbalan por sus rechonchas mejillas, sus ojos
tan hermosos de color miel, terminaban opacados por el rojo, y para Noah, no había nada más
doloroso que ver a su pequeña sufrir noche tras noche. Decidido, compró una red,
y esperó al canario rojo.
El pájaro, volaba como si le persiguieran, era rápido, ágil,
y denotaba cierta elegancia con su movimiento, en realidad, nada lo perseguía,
pero este gustaba de deslizarse de tal manera que daba esa impresión. Mientras aleteaba
con euforia, cantaba de una forma espectacular, sin embargo, su canto fue
interrumpido de un momento a otro. Cuando cruzaba por una arboleda, un objeto
desconocido para él se posicionó ante sus ojos, iba tan rápido y le tomó tan
desprevenido que no pudo hacer nada más que estrellarse en contra del objeto,
cayendo en el mismo, era la red de Noah. El hombre, incrédulo por lo que había logrado,
le dio una pequeña vuelta a la red para evitar que el canario pudiera escapar,
lo apreció por un par de segundos. Mientras que Noah miraba a el pájaro con
ojos llenos de fascinación, los ojos del canario no mostraban nada más que confusión,
y terror “¿Qué carajos le pasa a este humano? ¿¡Por qué me hace esto!?” era lo
que pensaba nuestro amigo emplumado. Al mismo tiempo en que el canario temblaba,
Noah pensaba en lo feliz que el animalito podría hacer a su hija, con aire
triunfante, se retiró hacia su casa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario