¿Alguna vez levantaste
la vista al cielo y te perdiste intentando contar las estrellas?
Joder, yo sí... Y muchas
veces.
En algunas ocasiones, a mitad de la noche
dirigía mi atención hacia la ventana, así para observar el cielo estrellado que
se iba formando mientras que el sol se estaba ocultando.
Con la vista intentaba juntar los puntos
luminosos con la intención de encontrar alguna figura. Claro, con tantas
estrellas y poca concentración mi mente terminaba volando. Me distraigo con
facilidad.
Pero saben... Me gusta
distraerme en ciertas ocasiones.
En cuanto me distraía, las historias
comenzaban a brotar de mi mente como si no hubiera un mañana. Dragones,
cyborgs, Dioses, mundos alternativos, mi imaginación explotaba, era volátil. Y
sigo siendo así.
Aunque esto sucedía en cualquier parte, no
era lo mismo.
Solamente, no era lo
mismo.
Pequeña estrella,
responde a mi pregunta;
¿Por qué brillas así?
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Allí estaba yo, sobre
aquel pequeño bote, dejando que las olas del mar me llevasen a donde querían.
Ya estaba bastante lejos de la orilla donde inicialmente estaba, apenas y
lograba apreciarla.
Ohhh... Me pregunto,
¿cómo será que pueda regresar?
Bueno, el mar fue quien
me llevó lejos, y también será quien me traerá de vuelta, quizás, y deseé
enseñarme algo y por esa misma razón, me lleva lejos.
Quizás, me estoy
volviendo loca. De hecho, eso es lo más factible.
He revisado en el bote
lo que había, encontrando así una pequeña nevera con algunos peces capturados,
al lado de la nevera, una caña de pescar y un balde con carnada. Agregando el
hecho de que hay un remo tirado sobre la madera sucia y casi echada a perder.
No hay nada más que eso, y mi presencia.
El sol, en cuestión de
unos minutos, o lo que parecían ser minutos, se ha metido en las lejanías,
desde mi punto de vista pareciera que se estaba ocultando en el mar, se veía
tan hermoso que no podía contener aquella sonrisa que se dibujaba en mi rostro.
El cielo, pasó de estar
en aquel azul celeste tan característico a ser un anaranjado, tocando tonos
rojizos, y hasta rosados, con algunas pizcas de amarillo, para continuar
cambiando y tornarse cada vez, un poco más obscuro. Eran combinaciones
hermosas. Algunas veces pensaba que el cielo, cada día daba una pequeña
función, a todas horas, mientras se deslizan las nubes en su superficie como si
fueran un par de bailarinas y el escenario cambiaba como lo hace un escenario.
Pero esa no era la ocasión, el cielo ahora mismo se encontraba despejado de
cualquier nube, el escenario cambiaba, pero no había actores sobre este.
Pero eso cambió, pues la
noche cayó.
Lentamente, pequeños
cuerpos luminosos decoraron aquel escenario obscuro, acompañados de alguien más
grande, la luna.
Creo que jamás podré
olvidar esa luna, tan grande, deslumbrante, irreal, parecía que, si extendía mi
mano, aunque sea por un instante, lograría rozarla, y así podría sentir un poco
su superficie porosa sobre la yema de mis dedos.
Y así fue.
Sí, tal y como lo estoy
diciendo, de creer que iba a tocarla con sólo estirarme, la logré tocar.
Mi sorpresa fue grande
al darme cuenta de que estaba en lo correcto, cuando una estrella, un joven que
brillaba, bajaba para reclamarme lo que había hecho.
"¡Eh! ¿Cómo eres
capaz de tocar a la luna?"
Preguntó aquel joven que
desprendía luz de su cuerpo mientras posaba sus pies sobre las tablas del bote
donde me encontraba, por un momento, aquel viejo bote que había tomado
"prestado" se movió de un lado para otro producto de la brusquedad
del chico al llegar. Por un momento, pensé que el bote podría volcarse.
Estaba boquiabierta, ni
siquiera sabía si lo que veía estaba en lo correcto, o me encontraba
alucinando, quizás, tenía algo de sed y tomé agua de mar, sí, eso es lo que veo
más probable.
Pasaron los minutos, y
yo me mantenía igual, observando al chico mientras intentaba procesar lo
sucedido. ¿Había alcanzado a la luna? ¿Las estrellas son... Personas? No
entendía, ni esperaba entender rápidamente. El gesto sobre el rostro del chico,
cambió poco a poco, minuto a minuto, de estar molesto, pasó a estar rojo de la
ira.
"¡Responde mi duda!
¡Ser sin brillo!"
Exclamó con tal fuerza,
que logró asustarme, sentía como la sangre se me congelaba, pasé saliva, relamí
mis labios, y contesté.
"¡No tengo ni la
menor idea!"
Dije con toda mi
honestidad, nunca me había sucedido algo así, nunca me había imaginado algo
parecido, tenía miedo, me sentía pérdida, lo que creía conocer, no era lo que
conocía.
El chico luminoso, me
miró con los ojos bien abiertos, mi apariencia inicialmente silenciosa e
incrédula había cambiado a una un poco más turbia, estaba alterada, tenía
miedo, quería respuestas.
El joven, me miró de pies
a cabeza, y después soltó un largo suspiro, yo soy la que debería tener esa
reacción, él, es el rarito aquí.
"La luna no puede
ser tocada por seres como tú, aquellos que no muestran un brillo... Pero
parece, que ante los ojos de la luna puedes brillar, y brillar más que
cualquiera de nosotros, brillar más que una estrella."
Con una mirada llena de
melancolía, explicó esto el chico, mientras dirigía la vista hacia la luna.
Parecía, que estaba demasiado lejos para él.
Al igual que yo, el
chico extendió su mano hacia la redonda luna, y no pasó nada, si yo desprendía
brillo, ¿por qué él no? Si se supone que él es una estrella.
Alzando la vista al
cielo, aprecié todas las estrellas que estaban al alcance, algunas brillaban
más, otras menos, pero para mis ojos, aquel joven de actitud un poco explosiva,
era el que contaba con un brillo singular. Para mí, su brillo era diferente.
"Ven cada noche,
quiero estudiarte"
Transcurridos los días,
las semanas, los meses, las cosas seguían igual, sin falta, noche tras noche
iba al bote, lo tomaba sin permiso alguno, y me adentraba en el mar con
intención de ver a aquel joven cuyo nombre nunca me reveló. Con el paso del
tiempo, me di cuenta de que se trataba de aquella estrella a la que tanto veía
de pequeña, la que siempre me hacía fijar la mirada sobre ella. ¿Ellos sabrán
que los vemos? No lo creo, sería bastante incómodo.
La distancia entre los
dos, lentamente se fue acortando, de mostrar un humor áspero, desagradable en
muchas situaciones, a ser alguien completamente diferente, que se sabía
divertir, alguien con quien las horas se pasaban volando. Las noches, dejaron
de ser mis noches, y se volvieron mis días, pues pasaba todo el día dormida, y
de noche despertaba.
Su investigación, dejó
de ser una investigación, ahora sólo se trataba de charlas triviales que no nos
llevaban a algún lugar. Pero yo no quería ir a algún lugar. Me di cuenta, de
que me había enamorado, de una jodida estrella que a pesar de brillar... No
brillaba como él quería.
"¿Sabes?... Nunca
he conocido una estrella que brillase tanto como tú lo haces."
Dijo aquel joven durante
una noche en especial, ésa misma noche, él logró tocar a la luna, ahora
brillaba como este quería.
Sin embargo, a la
persona que tocaba con tanto afecto, con cuidado, como si fuera un débil pétalo
de rosa, era a mí.
Las otras estrellas, de
seguro nos miraban, celosas mientras se reflejaban sobre el agua tranquila que
alguna vez existió en lo que se conocía como el mar, en esa costa.
Puede que yo no brillara
de la misma manera que él lo hacía, puede que él brillara de una forma que
nunca comprenderé, no comprenderé la manera en que yo brillaba. Pero me hace
feliz.
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