Hojas de otoño ᵈᵉ ᶜᵒᶜᵒᵃ

— Sabes.... Creo que no estás viendo lo que tienes a tu alrededor. 

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La chica albina fijó sus ojos en ti. La misma se encontraba sentada sobre el pasto, apoyando su espalda en contra de la pared. 

Su tono de voz era tranquilo, pero a la vez se escuchaba bastante decaída, parece que algo le preocupaba. 

— Responde... ¿Por qué la gente no puede detenerse a escuchar como corre el río? ¿Alguna vez han visto el oleaje de los arboles moverse al compás del aire? 

De alguna manera, las palabras de la kitsune te pesaban un poco. ¿Alguna vez lo habías hecho? Me refiero a... Tomar unos cuantos segundos de tu día, para ver eso. 

— Es triste, la gente regularmente no se detiene a notar estas cosas. Pero te contaré algo, así que ven. Puedes sentarte junto a mí. 

La chica dio unas palmaditas a su costado para que fueras a tomar un lugar a su lado, parece que quería hablar, y tener una charla profunda contigo en ese momento. 

— Mira, allá. 

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Ha señalado un pequeño río que estaba a poca distancia de ustedes. Gracias a estar bajo una sombra, el lugar se veía con menos luz. 

— Como puedes ver, el agua corre y corre, también hay animalitos que pasaban por ese lugar, algunas ranas y sapos, pequeños peces, las aves se acercan para beber al igual que otras pequeñas criaturas, aunque quizás también lo han hecho las grandes. Algún caballo que cruzó por aquí, o un grifo, quizás una quimera del lugar. 

La chica explicaba esto mientras te miraba con unos ojos llenos de ilusión, estos mismos brillaban al igual que lo haría la noche estrellada. Igual que lo harían cientos y cientos de estrellas. Sus orejas de zorro se encontraban caídas, aún estaba algo desmotivada. 

— ¡Oh! ¡Por ahí! 

Nuevamente, señaló en otra dirección, así guiando tu vista hasta el nuevo lugar que indicaba. 

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Claramente indicaba un árbol. 

— ¿Estás viendo como las hojas caen lentamente? O, mejor dicho, los pétalos de las flores con que cuenta aquel árbol. 

La pequeña kitsune, ha soltado una pequeña risa mientras miraba el escenario con una sonrisa en el rostro. Quizás te parecía absurda aquella conversación, pero obviamente ella quería llegar a un punto. 

— Quizás lo sepas, o no... Pero yo soy una kitsune, o también conocidos como espíritus protectores del bosque. Tenemos un lazo un tanto especial con la naturaleza. 

La chica agregó esto mientras se encogía de hombros, seguido a eso, te miró directo a los ojos. 

— El bosque... Algunas veces es ignorado. Muchas veces nadie se detiene a pensar en lo lindo que es, cuando las hojas de otoño caen, cuando la nieve se hace presente, cuando el lago se congela, o cuando las flores salen. Parece que es algo que todos conocemos, pero nunca nos detenemos a verlo bien. ¿No te parece triste? 

Las palabras de la kitsune, eran en cierto punto, verdaderas. En realidad, si nos ponemos a pensar lo que dice, son bastante ciertas. Por lo menos si tu no lo hacías muchas otras personas lo iban a hacer, ignorarían la belleza que tiene la naturaleza. 

— Quizás ya esté delirando, he pasado tanto tiempo en el bosque que hay cosas que he visto y parecen irreales... Mira, por allá hay un pequeño amigo. 

Extrañamente, no señaló con la mano, pues parece que no quería llamar la atención de aquello a lo que se refería, sin embargo, para que guiaras tu vista hasta el lugar que la albina quería, guió sus ojos a donde tenías que ver. 

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Así, apreciaste a dos figuras un poco regordetas recorrer el pasto, cerca del lugar en el que estaban. 

— Regularmente no escapan de mí, pero la presencia de otras personas les pone un poco nerviosos... He intentado hablar con ellos, pero no les entiendo, parece que aún necesito práctica. 

La chica soltó una pequeña risa nerviosa y acarició su cola, la cual, tenía sobre sus piernas desde el momento en que tomaste asiento junto a la misma. De un momento a otro, levantó rápidamente una oreja, pues obviamente escuchaba algo más cerca de ustedes dos. 

— Shhhhh.... Shh.... Parece que ha llegado uno. 

Tras unos pequeños segundos después de que te pidiera que guardaras silencio, se ha levantado y dado la vuelta rápidamente, señalando a una nueva dirección 

— ¡Mira! ¡Antes de que escape! 

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Parecía que tus ojos podrían estar engañándote, pero no era así, acababas de ver a un pequeño ser con forma humanoide corriendo, y antes de desaparecer de su vista, ha girado para verles un momento. 

— Es difícil que ellos aparezcan, regularmente no lo hacen. Quizás pasaron a saludar porque estás aquí. ¿No? 

La chica tomó una pequeña rama rota que contaba con algunas hojas que estaba en el suelo, nuevamente se sentó sobre el pasto y guió la rama hasta su rostro. No había motivo para hacerlo, pero de alguna forma, su rostro expresaba tranquilidad. 

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— Regularmente no menciono este tipo de cosas con la gente. Hay tantas cosas hermosas que pasamos de largo que es triste, nadie ve como queda el rocío sobre el pasto, o como queda sobre una telaraña, tampoco hablan sobre la escarcha en invierno, ni un poco sobre el aroma de la lluvia. Mi corazón late rápido mientras detengo mi vista en ellos, ¿Me habré enamorado? Quizás, y quizás no. No creo que sea posible enamorarse de... La belleza de la naturaleza. Lo más probable es que sea por mi relación con la misma. 

La chica parecía desvariar, pero, su tono de voz era seguro. A pesar de que sus palabras sonaban como una locura, ella las creía. Creía todo lo que mencionaba. La albina se posicionó a tu lado nuevamente, y con una sonrisa en el rostro, soltó un ligero bostezo. 

— Siempre... Ha sido hermosa. Y ahora nadie la ve. 

La chica cerró por unos segundos los ojos, y de un momento a otro, estaba dormida. La paz que le generaba el bosque, era increíble. Pero no sólo el bosque, en general, parecía que le apasionaba la naturaleza, y no temía a decirlo a los cuatro vientos. Por la manera en que hablaba, parecía que había entablado amistad con diversas criaturas del lugar, aquella kitsune, sólo quería que abrieras un poco los ojos, y te detuvieras, aunque sea un minuto, a ver lo que te rodea.

Notita:

Esta historia la escribí hace tiempo, me tomó y trabajo teniendo en cuenta que el lector se supone es participe de la historia y hago un acosa extraña. Pero bueno, experimentar un poco nunca está de más., y como ya se habrán dado cuenta, tiene cositas de fantasía. También pido una disculpa por el uso excesivo de las imágenes, es que para este cuento las consideré muy importantes.