Las crónicas de Dimitry Atai
![]() |
https://bit.ly/2zCMhI6 |
Alto, apuesto, fuerte, genial, caballeroso, honesto, doblemente genial, ágil, dedicado, ¿Hablo de mí? Claro que sí.
Soy Dimitry Atai, y ahora les contaré mis increíbles historias... Pero antes... Deben conocer mi pasado no tan noble.
.
◦
◌
┯━━━━━━▧▣▧━━━━━━┯
Capitulo
1
υn ιмвécιl de вυen corazón
┷━━━━━━▧▣▧━━━━━━┷
◌
◦
·
– ¡Atai! Maldito cobarde, ¡Regresa y no escapes de tu destino! – Mientras que los gritos del viejo Tsubaki resonaban a través de todo el lugar, me he dedicado a correr y esquivar a todos los que intentaban apoyarle.
– Viejo, necesitas hacer más ejercicio – me he burlado mientras seguía corriendo. Era como estar en una corrida de toros, enormes masas de carne intentaban detenerme a toda costa.
Mientras me escabullía entre aquellas manos que con tanta furia intentaban atraparme, he tomado otras dos frutas de diferentes puestos de comida. ¡Esto les encantará a los chicos!
He corrido hasta que mis piernas no daban más de si, parece que por fin perdí a ese grupo de ancianos. A paso lento me he dirigido hasta la casa en donde me encontraba con aquellos vándalos, mis mejores amigos.
Una casa que no se encontraba en su mejor condición, hasta estaba abandonada y un poco alejada del pueblo, pero bueno, eso no importa.
– He llegado, me extrañaron ¿verdad? – Oculte la fruta detrás de mi, agarrando dos manzanas con una mano y un plátano con la otra.
– Ve a joder a alguien más Dimitry – Después de escuchar eso, hice un puchero.
– Puedes admitir que me amas, Michiru – le he sonreído a la chica, cuyos ojos simplemente me barrieron. Esos ojos que tanto me enloquecían, poseedores de un color verde esmeralda que resplandecía con tanta fuerza.
– Y tu puedes saltar del puente, ¡Oh! Espera... No importa cuantas veces te arroje de éste, siempre regresas – Es un amor, aunque no lo demuestre casi nunca... O bueno... Nunca.
– Ya dejalo Michiru, es un buen chico – El rubio me ha apoyado y para mi sorpresa, para mi sorpresa, MI chica le hizo ojitos, ¿Qué le ve a ese engreído?
– Tsk, tomen – Le arrojé una manzana a Michi¹, y el plátano a Hiroshi, por ser un chimpancé. Me senté en el suelo de la casa y le di una mordida a la manzana que quedó en mi mano.
— Nunca aprecian lo que hago por ustedes, desagradecidos — He pasado mi dedo por la mejilla, disimulando que era una lágrima cayendo de ella. La hermosa chica poseedora de ojos verdes, cabello largo, lacio, y obscuro, me ha mirado detenidamente, uff, esa mirada tan fría podría hacer temblar a muchos, pero a mi, solamente me causa un ligero escalofrío y cierta excitación.
— ¿De quién lo tomaste? — Preguntó el rubio, sus ojos color ámbar se detuvieron en mi por unos segundos, y después a la manzana a la cual le había soltado una ligera mordida.
— Eso no importa, lo que interesa es que traje algo más que ése horrible arroz. — No pude evitar hacer una mueca de molestia, él sabía lo que teníamos que hacer para sobrevivir, no era mi culpa.
— Atai, no podemos quedarnos así. Mira a Michiru, mirame, y termina por mirarte. Hemos pasado tantos años en la calle que robar se nos hace fácil, pero no es lo que tenemos que hacer, no es lo correcto, ya crecimos, podemos buscar algún trabajo digno. Iniciar en... Algún templo, en cosechas, y demás. — Hiroshi habló, detestaba que fuera así, a pesar de que tenía razón, no quería escucharlo. Si comenzábamos a trabajar, nos tendríamos que separar, ya no sería lo mismo, me mantuve callado mientras seguía comiendo mi manzana, Michiru hacía lo mismo, solo que esta nos observaba, pasando sus ojos por cada uno de nosotros cada cierto tiempo. El rubio soltó un suspiro, y salió de la casa dando un portazo. Quizás le hice enojar un poco... Quizás.
— Sabes... Él tiene razón, no podemos seguir así, no tenemos ni una pizca de dignidad. — La dulce voz de la chica, hizo que guiara mi vista hacia ella. Su rostro se veía... Apagado, ya no mostraba su enojo tan hermoso, sólo una mirada... ¿Decepcionada?
Intenté hablar, pero las palabras simplemente no salían de mi boca. Resignado, mordí mi labio inferior y desvié la mirada.
Después de unos incómodos y aparentemente eternos minutos en silencio escuché como Michiru, igual que el rubio, se levantó de su lugar, y se fue, el sonido de la puerta cerrándose fue apenas perceptible.
Bajé la mirada y observé la madera de la casa, parecía que en cualquier momento esta misma cedería, una casa abandonada en sus peores momentos, olía a humedad y las tablas rechinaban en cuanto las pisabas, algunas, ya se habían llegado a romper, y obviamente nos hemos lastimado cuando eso sucede. De verdad vivimos en una pocilga.
He dado un ultimo bocado a mi manzana, ya no podía comer más de la misma, he colocado una mano en el piso para después impulsarme y levantarme. Seguía sumergido en mis pensamientos.
Desde que tengo memoria, los tres, hemos estado juntos, sobreviviendo en éste tiempo tan difícil, robando kimonos, comida, todo lo necesario para sobrevivir, tengo miedo a separarnos, a que las cosas entre nosotros se lleguen a distanciar, no podría con ello, al final de cuenta, son mi única familia.
¿Estaré siendo egoísta?
Supongo que si, pero no puedo evitarlo.
Los recuerdos han invadido mi mente, como corríamos y gritabamos por el pueblo, molestabamos a los ancianos, cuando nos gastábamos una que otra broma pesada, los días en que aún podíamos bañarnos en el lago. Todo eso se ha terminado en su mayoría, no quiero que todo se pierda, me duele pensar que algún día se perderá.
Pero... Supongo que es inevitable, las cosas cambian con el paso del tiempo, y tendré que aceptarlo de alguna u otra manera, es hora se cambiar, por ellos, y por mi... Aunque si soy honesto conmigo, sé que lo hago más por ellos.
Me levanté murmurando un poco entre dientes, y después de hacer eso, sacudí mi kimono, retirando el polvo que se había quedado por culpa del suelo sin limpieza de la casa en que vimos. Después, fui hasta la puerta y la deslice, para así ver a los dos chicos, el rubio, se encontraba con una hacha partiendo en dos pequeños troncos, mientras que la morena, estaba con una caña de pescar en el río que se encontraba al lado de la casa, ahora que lo pienso, quizás ésta casa fue abandonada por las épocas de lluvias, los ríos tienden a elevarse mucho, y hay marcas en las paredes que indican eso.
Sin decir nada, me fui acercando a Hiroshi, tomé otra hacha, y fui ayudándolo, el rubio esbozó una sonrisa triunfadora, lo cual, hizo que me enojara, pero no mencioné nada. Simplemente, pasé el día ayudando al rubio, hasta que el sol se metió, y cayó la noche.
— Oigan chicos, hoy tuve suerte, conseguí dos peces para cada uno. — La voz de Michiru hizo que nos detuvieramos, yo solté un gran suspiro y me estiré, mientras que Hiroshi acarició su nuca, los dos estábamos adoloridos, y aliviados por terminar.
— Hay que entrar y cocinarlos, si los hacemos por aquí, puede que un lobo o zorro se acerque por el olor. — Como un último esfuerzo, comencé a recoger los troncos que había estado cortando, para así cargarlos, pues con esa misma leña íbamos a cocinar lo que acababa de conseguir.
— ¿Zorros? Ellos son de buena suerte, si se acercan, podría que el Dios Inuri nos estuviera dando una señal. — El rubio se acercó y tomó algunos de los troncos que cargaba, así para ayudarme, lo que dijo, ocasionó que soltara una risa burlona hacia el chico.
— Luego dicen que soy el inmaduro. ¿Sigues creyendo en las leyendas del Dios Inuri y sus kitsunes? Vaya, parece que tienes 10 años menos — Mientras pasaba a mi lado, le solté un ligero codazo, mi tono de voz había cambiado un poco, al igual que el gesto de mi rostro, ahora tenía una sonrisa en mi rostro y mantenía alzada una ceja.
— Oye, no subestimes las creencias del pueblo. Dicen que más al sur, en las profundidades del bosque, si te pierdes y sigues sin rumbo por el bosque, podrás encontrar el templo del Dios Inuri. — Miré a la chica de reojo, su mirada estaba llena de un brillo tan hermoso, lleno de ilusión, que no pude decir nada más. Hablaba como si nos contara un secreto, bajo para que sólo nosotros la escucharamos, mirando alrededor para asegurarse de que no había nadie más, parecía una niña.
Entramos a la casa, preparamos todo y hemos hecho un curry de pescado, lo sé, no es que suene muy bien, pero sabe mejor de lo que se escucha. Acompañado de arroz, hemos cenado como reyes. Ya llenos, cada uno ha retirado su futón, y como era de costumbre, dormimos en la misma habitación, pues, no es que la casa sea muy grande, era de una sola habitación, en esa misma dormimos, cocinamos, y nos cambiamos.
Aquella noche, soñé con un zorro blanco. Quizás las fantasías de mis compañeros comienzan a afectarme.
Notita:
No me juzguen mucho :,c hace tiempo que había escrito esta cosita, y de paso lo pongo por aquí. Si lo disfrutaron me alegro mucho <3 y si es de otra manera... Ya mejoraré al escribir, algún día.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario